Sobre el proyecto

JUEGO DE MUÑECAS
Muñeca, manika, bábika, boneca, boneka, bambola, pampina, papusa, pouppée, pupa, poupe, pop, puppe, bup be, baba, bebe, kampina, panenka, nukk, nukke, kukull, kukla, lutka, lalka, lélé, lelle, canell, ddol, doll, docka, brúoa, roj hmab…

Juego de muñecas  propone una  reflexión que comprende varias líneas de trabajo desarrolladas por Ana Aristimuño, Alejandra González Soca, Teresa Puppo, Jacqueline Lacasa y Elián Stolarsky. 

Ese proyecto aspira a funcionar como un lugar de flujo, un proceso on going,  donde el movimiento pivotea entre el tiempo, las tramas y el territorio. Este  vínculo generativo se manifiesta en espacios físicos y afectivos donde confluyen historias y trayectorias desde una articulación dinámica y porosa.  A partir del diálogo entre marco teórico y visual se implementa una plataforma que nace en el 2012 como un colectivo que en diversas instancias acciona con artistas en otros contextos.
La intención es  proponer una reflexión crítica de la concepción de género desde un ámbito multicultural abierto. Lo femenino, los límites y vínculos entre la memoria personal e histórica, entre el recuerdo y la ficción funcionan como tópicos conectivos en los que se investiga desde una zona de penumbra, desde el límite entre fantasía y realidad e imbrica múltiples niveles de lectura.

El juego como un espacio que abre la posibilidad para cuestionar, resignificar y cambiar, planteándose como lugar de resistencia, de subversión y de encuentro afectivo y amoroso. El juego como camino a lugares más profundos donde se implican formas de vivir y de sentir a partir de  construcciones de espacios subterráneos  que se hacen visibles a partir de los procesos y los diferentes tipos de juegos a los que nos vemos vinculadas. 

Juguete, fetiche, ilusión, objeto mágico, contenedor de los afectos, las muñecas forman parte de la memoria colectiva e íntima, generando nexos con las construcciones de identidad, tienen el potencial de enfrentarnos a zonas primarias de expectativas, proyecciones, hallazgos y ritualizaciones. 

Verónica Panella agrega “es precisamente esta carga de ambigüedad, la herencia y atracción que supone la coralidad de Juego de muñecas, donde lo personal indaga los sinos de los lazos colectivos y la multiplicidad de miradas rescata la complejidad primigenia de lo que hoy vemos “sólo” como juegos de niñas”. 

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